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martes, enero 19, 2010

Presidente Piñera


Eugenio Tironi
Martes 19 de Enero de 2010

Son más de 20 años. El triunfo de Sebastián Piñera es el fin de una larga carrera. En ella mostró voluntad, audacia, inteligencia. Desde el Senado o desde los directorios de sus empresas, desde la causa de las ballenas azules o desde la propiedad del Colo Colo, desde Chilevisión o desde la filantropía, Piñera tuvo un objetivo: ganar la Presidencia de la República. Alcanzó la meta, y en las horas que han transcurrido ha mostrado que estaba preparado para la victoria.

¿Qué hará ahora? Él lo sabrá mejor que nadie, pero no quiero guardarme mis aprensiones.


Ojalá se saque ese reloj fosforescente que lució de candidato, y que entiendo se lo copió a los Obama. ¿Saben por qué lo digo? Porque es el símbolo de lo que debe dejar atrás. Estamos en Chile, y ya no es candidato, sino nuestro Presidente. No puede seguir posando de celebridad del show-business. Sonará medio “ñoño”, pero lo que corresponde ahora es asumir la dignidad de su nuevo cargo. Un cargo que exige energía, pero también pausa, reflexión. Es la hora de bajar la ansiedad y la hiperactividad, porque los chilenos no queremos un gobernante que nos agobie.

Sabemos que el Presidente Piñera es, ante todo, un empresario. Ahí está su ADN. Le gusta ganar. Le encanta correr el límite de lo imaginable. Se resiste a soltar lo que ha conquistado. Lo hizo esta vez de nuevo, y debe estar satisfecho. Fue electo sin dejar la propiedad de LAN, ni de Chilevisión, ni de Colo Colo, y con un fideicomiso que no pasa un test muy riguroso. ¿Quién se lo habría imaginado, incluso entre sus más cercanos adherentes? Está bien: la gente le creyó y le dio su apoyo.

Ahora podría verse tentado a correr nuevamente los límites, y asumir y ejercer como Presidente sin hacer nada en esta materia. Pero su espíritu empresarial podría incitarlo a ir aún más lejos. Si lo hizo antes, si su gobierno tiene éxito y si su popularidad es alta, ¿por qué no seguir corriendo límites de lo imaginable? Esto podría llevarlo, por ejemplo, a reformar la Constitución para permitir su reelección. Lo hizo Álvaro Uribe, al que tanto admira. ¿Por qué no, si la gente lo acepta? Sería bueno para él mismo y para el país que demuestre cuanto antes su capacidad de resistir estas tentaciones.

Casi la mitad de los electores prefirió el domingo a Eduardo Frei, en defensa de lo realizado por la Concertación. El Presidente Piñera ha expresado su empatía hacia los perdedores, y tiene que seguir en ello. No es fácil, pues pertenece al otro bando; al de aquel de los que andan en la vida de ganadores. Pues bien, aquí también debe reprimir su instinto y ponerse en la piel de los derrotados, de esos que ya lo fueron una vez y gravemente, de esos que le tienen miedo a la vida sin la ayuda del Estado.

El Presidente Piñera no tendrá mayoría en el Congreso. ¿Qué hará? Podría intentar construir mayorías caso a caso, apelando a los parlamentarios no alineados y a los rebeldes de la Concertación. No sería bueno seguir este camino. Esto convertiría a la política en un bazar. Un anticipo lo tuvimos en las semanas pre elección, y a todos nos disgustó. Mejor sería que busque acuerdos institucionales con la oposición sobre las grandes reformas que Chile necesita. Lo dijo el domingo, y ojalá lo mantenga.

El nuevo Mandatario tiene delante suyo una situación excepcional. Una democracia que el domingo volvió a dar muestras de su solidez. Una economía robusta y en fase de recuperación, después de haber sorteado con éxito la crisis internacional. Y, por si fuera poco, un año en que celebraremos el Bicentenario y los triunfos —así lo esperamos— de la selección en Sudáfrica. Con pequeñas dosis de modestia, el Presidente Piñera debería tener éxito. Chile no espera menos

Eugenio Tironi



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