Como un
medio de mantener viva la doctrina, nombraba fiscales en los pueblos, quienes tenían
el encargo de bautizar y rezar los días festivos en la capilla o al pie de esa
cruz expuesta a la veneración pública.
En Chile
esta fiesta se vincula con el mundo rural y es una costumbre que se extiende
desde la Colonia Española. La fiesta litúrgica que se celebraba el tres de mayo
en el calendario litúrgico universal fue suprimida en la última reforma al
resaltarse la otra fiesta del 14 de septiembre, aun así los obispos chilenos
decidieron mantenerla.
En variadas
localidades rurales de la zona centro-sur de Chile, según la costumbre, una familia del lugar es la encargada de
guardar y preservar la Cruz. Esta familia con ayuda de los vecinos del sector
se encarga de organizar la celebración y todo lo que ello implica. Los
encargados de preservar la cruz son los que recorren con la cruz con el fin de continuar
con esta tarea de evangelizar, cantando
la melodía que recogen del canto a lo divino
y solicitando aportes de caridad
por la Santa Cruz, lo que se destina a los más necesitados de la comunidad.
Si bien
esta costumbre trascendió a la ciudad hace ya muchos años, hoy esta tradición se
mantiene viva en cuanto a la veneración a la cruz pero sin el real sentido de
lo original.
En Galvarino
todos los años los vecinos de cada uno de los barrios se organizan y prepara estas luminarias con bastante anticipación
y anoche fue una de esas noche más activas y atractivas en los últimos
años, debido a que los barrios
compitieron por la luminaria más grande, de las que se destacan las luminarias
del Barrio; Chacabuco, La Puntilla, El Toki, El Porvenir, La Esperanza, en la Residencia de Vida Familiar entre otras, siendo la luminaria que se proyectó en las intersecciones
de las calles Caupolicán con Mac Iver, una de las más grandes por lo tanto una
de las más visitadas, la que cautivo a niños, jóvenes y adulto de diferentes punto de nuestra ciudad.