Ha sido una sorpresa para la intelectualidad de la izquierda chilena (no sé si toda o alguna parte de ella) que los escritores Jorge Edwards y Roberto_Ampuero hayan públicamente dado su apoyo al candidato a la presidencia de Chile, Sebastián Piñera. Para mí no tienen ninguna importancia que escritores o artistas tengan sus preferencias. La libertad personal de decisión política o la que sea, debe respetarse. En las décadas pasadas, desde los 40 a los 80, era imperdonable que el escritor e intelectual no fuera de izquierda pues se decía que un escritor progresista debía estar contra las dictaduras militares, contra el imperialismo norteamericano y apoyar la sociedad más perfecta. O sea, el socialismo.
Esa era la izquierda en la cual crecimos muchos en los 60. Esta última era el camino de la libertad completa del ser humano, la denuncia de regímenes represivos, estar contra la violación de los derechos humanos, etc. Edwards y Ampuero también denunciaron el régimen dictatorial chileno, por ejemplo. Pero tenían una diferencia con otros escritores de la izquierda más dura. O sea, ambos denunciaron también las violaciones de los derechos humanos en Cuba y en los regímenes socialistas. Cosa que aquella izquierda más dogmática no podía aceptar. Y creo que aún no acepta.
Hay una rabia atávica en cierta izquierda dogmática y a cualquiera que se desvíe de su perspectiva hay que aplastarlo. Aunque tenemos la experiencia de los países socialistas que enviaban a las catacumbas a los disidentes, cosa que muchos han olvidado, en Chile muchos siguen pidiendo más o menos lo mismo para Edwards y Ampuero.
Me parece que la izquierda, en verdad ciertos escritores y artistas chilenos, sigue pensando que estamos en los 60 o 70. Jamás se han pronunciado sobre lo que ocurre en Cuba. Por el contrario, el desastre económico y violación de libertades mínimas en la isla pasa por sus cabezas como cohetes a la velocidad de la luz. No se enteran. O de eso no se habla.
Cuando estuve en Chile en junio pasado un escritor me dijo que Edwards había sido antes de izquierdas (entonces era respetable), pero ahora se había hecho de derechas. Decía esto último como si hubiera hecho un trato con el diablo. Un escritor al que no había que creer nada de lo que escribía en sus crónicas. Lo que también quedaba claro era que la única verdad seguía siendo la de ¨la izquierda”. Y yo me pregunto, ¿en nombre de qué izquierda se le critica a Edwards y a Ampuero sus preferencias políticas? ¿En nombre de qué izquierda se les ve como escritores traidores como igualmente se percibe, por ejemplo, a Vargas Llosa, entre muchos más en América Latina, por opinar distinto, incluso el que escribe esta columna?
En 2007 declaraba Saramago en Argentina en una entrevista: “La izquierda no tiene idea qué está ocurriendo en el mundo hoy”. Es una frase muy general sin embargo la de Saramago puede ser interpretada de muchas maneras. Pero lo cierto es que hay una diversidad de izquierdas en América Latina en estos momentos. No más ver la de Chávez, la de Ortega, la leninista de los hermanos Castro (que este 25 de diciembre anunciaron que ¡volverán a los planes quinquenales! para resolver el desastre de su economía), la del presidente de El Salvador, la de Bachelet, la izquierda dentro de la Concertación , la izquierda de Marco Enríquez-Ominami, la de Jorge Arrate, la del Partido Comunista chileno, la del Partido Socialista, etc.
Cuando Edwards hizo público su apoyo a Piñera, por ejemplo, se escribieron 140 comentarios aquí en El Mostrador. El 99% de los comentarios poco menos que pedía la guillotina o que fuera enviado a la hoguera por apoyar a Piñera. Hay una rabia atávica en cierta izquierda dogmática y a cualquiera que se desvíe de su perspectiva hay que aplastarlo. Aunque tenemos la experiencia de los países socialistas que enviaban a las catacumbas a los disidentes, cosa que muchos han olvidado, en Chile muchos siguen pidiendo más o menos lo mismo para Edwards y Ampuero. Hay un “chavismo a la chilena” en cierta izquierda criolla.
Se puede estar en desacuerdo con Piñera, pero este candidato a la presidencia en Chile postula bajo un régimen de elección democrática y no ha sido impuesto por ninguna dictadura ni por una familia que controla el gobierno ni menos por “el imperialismo norteamericano” (diría Chávez). La izquierda (¿cuál izquierda?) sigue pensando que el artista o el escritor o el intelectual debe estar en su equipo. Lo curioso es que hasta ahora el candidato de “otra izquierda”, como la de Marco Enríquez-Ominami, en ningún momento ha apoyado públicamente al candidato de la Concertación para que Piñera no sea presidente. ¿Se culpará, históricamente, a MEO por no haber “salvado a Chile” y a dos escritores chilenos como fascistas?
Fuente: ElMostrador.cl
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